lunes, 27 de septiembre de 2010

Así Pasó el Verano

Ya soy casi 3 meses y medio desde que llegué a TJ. El primer mes paso tranquilo, pero lo que ha seguido no ha sido tan folklórico como hubiera querdio. Si han seguido mis tweets del tiempo que les menciono, sabrán que hay días que siento unas ganas imperantes por asesinar a mi líder.

Desgraciadamente, mi vida se ha vuelto mi trabajo, porque me dejé envolver de más por él. A todos los consultores que andan sueltos, les recomiendo que en cualquier proyecto fuera de su lugar de origen, no permitan que les pongan a su líder a vivir con ustedes, a menos que sepa separar entre horas de trabajo y horas de casa; de otra forma, se querran aventar por la ventana, o descuartizar el tipo(a).

Muchas de las cosas que han ocurrido en este tiempo me recuerdan a Residencias. Ah, qué tiempos aquellos; la única diferencia es que no está el grupo de Prefectos, otros 1,200 alumnos y la vida del Campus. Aquí me la fleteo de harina y huevo, con los cambios de humor de mi excéntrico líder de proyecto, quién se la vive encerrado en su cuarto viendo la tele, hablando por teléfono y chateando (a.k.a. trabajar), para luego chutarmelo en la oficina, con más de una pregunta estúpida, que me la de hacer más de 3 meses el mismo día.

Sí, la vida no ha sido color de rosa mis amigos(as); la realidad es que mi cabecita ya está bien seca, me hayo fastidiado y sin la menor intención de seguir adelante. No es que esté vencido, si no que ya no veo los beneficios de cargar y arreglar las deficiencias de mi lider y el proyecto.

Y sólo quiero un descanso; me siento como si aun estuviera esperando que la situación fuera a mejorar, que es sólo un bache. Lo triste es que no es así, y que no importa las cosas que ocurran: él seguirá metiendo la pata (¿a quién les recurda?).

En fin, veamos como acaba esta aventura, y les cuento el desenlace.