Esa idea salió después de la desaparición del joven Martí, al que tristemente asesinaron sus captores. Y como todo lo que salió a partir de dicho hecho, a mí me parece que hay quienes quieren lucrar con el sufrimiento de la gente.
Desde luego me parece una tragedia lo que ocurrió; y no porque Martí fuese hijo de un importante empresario mexicano. El secuestro es un acto cobarde, en el que se usa un ser humano para alcanzar fines únicamente personales, siendo el caso más común el de obtener dinero. El puro hecho que cualquiera sea secuestrado es una tragedia; peor si el secuestrado encuentra la muerte.
De ahí que muchos pidan la pena de muerte a quienes privan de la libertad o la vida.
Pero hacer eso a mí me suena a una venganza; matar a alguien (porque finalmente la pena de muerte es matar) como consecuencia de haber asesinado, es 'pagar con la misma moneda', 'devolver el favor'. ¿Cómo podríamos los mexicanos siquiera pensar en tal acto, en la venganza, si lo único que queremos es paz?, porque finalmente la venganza es un acto violento, y la violencia genera más violencia. Porque si no es paz lo que buscamos, ¿qué fue la dichosa marcha esa, en que tantos hombres y mujeres se vistieron de blanco, con velas en las manos?, ¿era por la paz, o sólo acto alimenticio de egos?
Hoy, en el México en que vivimos, no hay cabida para el uso de la Ley del Talión, o sea, 'ojo por ojo, y diente por diente'. El caso que se cita con frecuencia, es la del tiempo en Jehová Dios dio a los israelitas toda una serie de leyes que gobernarían a dicho pueblo; la Ley del Talión era una parte del código. Pero no podemos comparar a Israel de aquel tiempo, con México de hoy. Comencemos por el simple y sencillo hecho de que la nación israelí sólo profesaba una creencia (que en nuestro tiempos conocemos como judaísmo); al analizar la Biblia, el ejecutar a asesinos, prostitutas, ladrones, adúlteros, y otros malhechores, era con el fin de mantener a la nación limpia para Jehová Dios, pues era el pueblo de su pertenencia, y debían ser santos tal como Dios lo es.
Ahora bien, en el caso de los asesinos, sólo los familiares eran quiénes podían cobrar la deuda de sangre, nadie más. Sin embargo, había excepciones, como los asesinatos en defensa propia y los accidentales; los asesinos debían buscar zonas determinadas para refugiarse (ciudades de refugio) para no ser muertos, aunque recibirían juicio para examinar su caso, y de ser encontrados culpables, se dejaría a la merced del vengador de la sangre.
Aquí resalta otro hecho importante: los israelitas fueron (al menos por un buen tiempo) temerosos y seguidores de las leyes establecidas. Eso, porque con frecuencia se les hacía estudiar dicha ley, de principio a fin, e incluso memorizarla. Y quién no estaba de acuerdo con la ley, se le desterraba de aquel pueblo. Además, la impartición de justicia se hacía por las personas ancianas, y de mejor reputación, que huelga decir que eran igualmente susceptibles a la ley como cualquier otro ciudadano de la nación; de hecho, podrían recibir muerte por ser corruptos.
La ley de los israelitas no fue diseñada como medida asesina o venganza contra malhechores, si no como una forma de proteger al pueblo, tanto lo material como en lo espiritual. Ejemplos hay de sobra, tales como el jubileo y el cuidado de los ancianos, huérfanos y forasteros.
¿Qué nos hace pensar que podemos, como nación, hacer uso de la pena de muerte? En México hay tanta impunidad y corrupción, que hace absurdo el querer aplicar medidas tan drásticas de "justicia". Si por lo menos se aplicaran las leyes tal cuál, sería suficiente para vivir más tranquilos. Pero no, no es así; nuestro sistema gubernamental y de justicia está plagado de asociaciones delictivas y corrupción. Y excepto aquellos que han sido dañados directamente por la injustita, nadie exige que las autoridades hagan lo mínimo esperado por ellas, porque - para empezar - la mayoría de la población es ignorante, además de tener miedo de quiénes deberían protegernos y procurar nuestro bien.
Si es evidente que la autoridad es incapaz si quiera de impartir justicia, ¿cómo podríamos darle la responsabilidad de decidir a quién privar de la vida, para volvernos una nación de asesinos? Comencemos por exigir justicia, cumplamos con la ley... y luego examinemos si es realmente necesario pedir la muerte de infractores.
Señores partidarios del Verde Ecologista, ¿cómo pueden pedir justicia - y más la pena de muerte -, si la cabeza de su partido, legislador vitalicio, es un corrupto documentado? Y aunque todos somos susceptibles de error, yo no confiaría en que personas como él dictaminaran leyes para pena de muerte, cuando es obvio que otros intereses irán por sobre los de la población.
A quién corresponda: piensen antes de actuar. Es justicia lo que necesita México, no más sangre.
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