Creo que las películas, las series y los chistes – desde mi punto de vista – guardan en común algunas características para poder considerarse entretenimiento efectivo. Por ejemplo, en comedia la parte importante del chiste es el remate (el punch line, dirían los gringos); a veces el chiste se presta para ser rematado más de una vez (lo que significaría alargar el chiste), pero un comediante puede arruinar el chiste si no sabe cuándo parar, sin importar la cantidad que risas que hubiera generado con el primer remate.
Lo mismo se podría decir de películas y series, que por muy buenas que sean cuando se estrenaron, hay un punto en que, si no saben darle la continuidad apropiada, caerán de la gracia de los espectadores.
La saga Underworld es un chiste que han rematado cinco veces; el primer remate fue bueno (volví a ver la película sólo para reafirmar mis memorias) y de ahí en adelante ha perdido fuerza, hasta llegar a Blood Wars.
Esta última entrega la sentí más como una forma de promover algunos “nuevos talentos”, y Kate Beckinsale sólo hizo presencia para amadrinar; si esa no fue la intención en lo más mínimo, los ‘nuevos talentos’ que necesitan encontrar son los de escritores, si es que Sony le sigue apostando a la franquicia – y quizá de paso, buscar talento en crear historias nuevas o proyectos originales.
Si les gustó la primera, pero no disfrutaron nada de lo que vino después, no vean Blood Wars; ahora que si lo suyo es ver a Kate Beckinsale en ropa de piel ajustada (o en cualquier ropa, para el caso), si pueden mantener su atención en eso y sólo en eso por dos horas, sólo les queda considerar si el precio del ticket lo vale.
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