jueves, 1 de agosto de 2013

Estragos en Julio

Chingaos… pues no se ni por dónde empezar, pero bueno, a ver si comenzando por lo menos reciente en mi mente es lo correcto.

El domingo 14 de julio pasado tuve una pequeña discusión con Bk por unas fotos que se me fueron al Facebook. No quiero entrar en detalles, pero que la charla haya redundado sobre mi madurez, sobretodo en vísperas de mi cumpleaños, no me cayó muy en gracia.

Debo confesar que las siguientes horas, y hasta días, la pase pensando en que cosas se fija la gente para decir si eres maduro o no. He llegado a una conclusión; la opinión de las personas sobre que es madurez o no, tal como muchas otras características de una persona, obedece a un fenómeno que llamare “Apreciación Cinematográfica Empírica”. A pesar de lo rebusnante, digo, rimbombante del nombre, es un fenómeno conocido entre todos.

¿Cuantas veces no hemos discutido con alguien sobre una película, la cual para alguien es ‘buena’ y para otro es ‘mala’? Todo para el final darnos cuenta que la clasifican así sencillamente si les gusto o no. En otras palabras, el que una película se buena o mala no depende de si nos gusta o no; un ejemplo podría ser “2001: Una Odisea al Espacio” de Stanley Kubrik. Estoy seguro que para muchos sería – “Odisea” –  una película mala, sencillamente por las largas tomas, los silencios, etc. Para quienes están acostumbrados a películas de mucha acción, efectos especiales, tomas de alta velocidad, entre otras, una película de Kubrik (más que nada basadas en la historia y/o los diálogos) debe ser sumamente aburrida. Pero una vez más: no por ser una película aburrida (o una película que no guste) no la hace mala.

Aunque me desvié un poco del tema original, quería dejar clara la explicación del fenómeno que siento que usa la gente en general para decir cuando alguien es maduro o no. Es decir, si alguien (digamos yo) visto o actúo de una forma que esa persona no lo considera propio de mi edad, entonces es malo y, por lo tanto, soy inmaduro. Siento que para empezar esas personas no tiene un entendido de lo que es “madurez”; aparte hay quienes han decidido, por las chorrocientas razones que quieren darme, llevar una vida a la que consideran ‘madura’. Pero el que lleven una vida que consideren ‘madura’ no los hace ‘maduros’, y mucho menos los capacita para decir que es “madurez”; en resumen, alguien no es ‘inmaduro’ solo porque alguien lo cree así.

Y dejando a un lado mi insoportable batalla contra los que aún me consideran un bato resistiéndose a enfrentar el mundo real y “envejecer” (porque en mi opinión, es lo que muchos terminan haciendo, no “madurar”), mi cumpleaños casi pasa inadvertidamente. Estaba haciendo otros planes, pero por ancas o mangas no se hicieron; sin embargo, gracias a que Pollo se puso las pilas, de último momento organizo una salida para brindar y celebrar mi onomástico. Fue un gesto muy agradable, y lo aprecio profundamente; públicamente le doy gracias. A la vez, es el primer cumpleaños que Didier pasa conmigo; lo que parecería un cumpleaños cualquiera, se llevó una marca para recordar.

Hay dos cosas más que quiero platicar, pero creo que las guardare para mañana – al cabo que tengo mucho tiempo ahora que estoy de vacaciones en la oficina. Adicionalmente, necesito cosas que hacer para matar el tiempo al final (o al inicio) del día.

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