La primera vez que escuche a Sandra fue en el auto de Camaron. Una de tantas veces durante esos gloriosos semestres que compartiamos vida y diversion en teatro.
De seguro ibamos (o veniamos) en su carro, sobre Constitucion, a no se que velocidad (desde luego que no menos de 120 Km/h) y veniamos escuchando esta musica. Es sorprende como algo de alcohol en el sistema, buena velocidad, agradable compania e inmejorable musica cambia lo
que pasa a tu alrededor cambia. Yo recuerdo las luces de la avenida pasando al ritmo de los bits de la musica; los carros y otras estructuras eran parte de la musica, eran otros acompaniamientos: de repente estan y luego no. Y no hay necesidad de hablar (tampoco en la
musica hay voces), todo cobra cierto sentido, a pesar de no haber en realidad nada que entender. Ir en carro con las ventanas abiertas, el viento en nuestros rosotros y el cigarro perfumando el ambiente, con cheves en el carro, sintiendonos grandes y felices, corriendo por en medio de
la ciudad... quien sabe, yendo o viniendo de algun lado.
En esa epoca todo era mas facil.
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