Miércoles... ¿al fin? La verdad es que la semana ha pasado un poco lenta. De repente el tiempo se escurre, pero por cada hora que se escurre, hay otra que tiende a infinito. Sin embargo, el miércoles fue sumamente rescatable.
Estuve trabajando con Mire como dos horas (quizá tres, ¿quién lleva cuenta del daño?) sobre la - god damn - forma que mellaba día a día mi orgullo. Finalmente, con algunos malabares y 'jales chicanos' (oh JC, your influence, du-de) logramos que la - god damn - forma funcionará como debía. El proceso no fue tan horrible, al contrario, charlamos de muchas cosas y nos reíamos de cualquier cosa, hasta leímos los cartones de Trino del día; de hecho, no pasaba en el teléfono tanto tiempo desde que charlaba con Randú por teléfono en la prepa. Lo importante es que al final la - god damn - forma jaló, bueno, jaló hasta dónde mi responsabilidad respondía.
Es curioso, pero en la mayor parte de las mañanas me chutó 1 café y 2 sodas (de cola, que sí, qué rica es) para despertar y mantenerme alerta; pero después de reír y reír y trabajar con Mire, la circulación de la sangre era tan buena, que con el primer café de la mañana fue suficiente (digo "primer", porque cuando aun me siento sobnoliento, voy por otro café). Alguna día desarrolaré alguna manera de administración de proyectos, en donde el reir y un ambiente de buen humor sea la base de la motivación del equipo; quiero probar que este tipo circunstancias hace la gente más efectiva, más comprometiva y los equipos se vuelven fuertemente motivados.
Pasó lo que tenía que pasar... y finalmente llegué a la casa. El día anterior compré "Man on the Moon" y "Sexo, Pudor y Lagrimas"; por alguna razón me vi atraído a ver "Man on the Moon" (que hasta ese momento nunca había visto completa). Mientras veía la película, deliberaba sobre ir a clase de teatro; por un poco más no voy, porque la película es genial y yo me sentía cansado... pero fui.
La clase pasó sin novedades. Para esto, ya había quedado con la Xoch de ir a la 'tocada' de Jumbo y Plastilina Mosh en Expotec; por un poco más 'rajo'... pero soy un hombre que cumple sus promesas. No lo sabía, pero Alex también iba al concierto, así que el descubrimeinto fue muy agrdable. En chancesitos le platicaba las nuevas de mi vida, pero como siempre, es muy atropellado cuando charlamos, sobretodo por los espacios y tiempos para hacerlo. Aun así, Alex recibió de buena gana todo lo que le dije. Por eso quiero tanto a mi roomate.
Debo de decirles que cuando pusimos el primer pie en Expotec, comenzó a caer agua desde el cielo (no, no era lluvía... todavía). Pues que si son peras o son manzanas y creo que buscando comida, conocidos o qué se yo, le dimos 'vuelta al ruedo'. Parecía que aun era estudiante, porque según iba avanzando me topa a toda variedad de conocidos: gente que tenía poco de haberlos visto, otros que hacía poco tiempo me había acordado de ellos y, como siempre, los inesperados. Para cuando terminamos el barrido de la zona, nos paramos entre la multitud - que esperaba el concierto de Jumbo - a escuchar a unos chavos que traían una buena propuesta músical de sonidos electrónicos y percusiones. Entonces - ahora sí - comenzó a llover.
Aquí es donde comenzó la parte extraña de siempre que voy a Expotec. De repente, si me quedo parado por un instante, sólo observando, comienzo como alucinar. Todo es como un sueño; la gente que pasa, lo que hacen, lo que dicen; de repente ya no son cuerpos, si no caras, que con la lluvia y la poca iluminación, se reducen a razgos más puros, entonces todos se parecen a todos; es decir, todos los hombres traen la misma cara, todas las mujeres traen la misma cara y todos son la misma cara. Es como una de esas escenas de pelicula en que el/la protagonista está ebrio o drogado, con música electrónica de fondo, con los sentidos bien agudisados, y percibe todo lo que pasa a su alrededor, mientras pasan personas riéndose, otros molestos, otros sin expresión... pasa todo tipo de chica, con todo tipo de ropa, con cualquier expresión. Pero siempre aparecen fantasmas.
Cuando se "tranquilizó" la lluvia, nos fuimos frente al escenario a esperar a Jumbo. Jumbo, como siempre - por alguna razón -, prendió al público; durante el concierto la lluvia empeoró (¿o mejoró?) y en la resignación total, nos mojamos completamente. Entonces aparecieron los fantasmas; de repente el espectro de Mine, La Ausente y la Porrista se aparecieron. A veces era La Ausente y la confundía con la Porrista, viceversa, pero Mine siempre fue Mine. Todo se volvió un estado tipo orgiástico: los hombre se lanzaban en una especie de slam (que no venía al caso), las mujeres brincando con la ropa empapada y transparentada, el ambiente oliendo húmedo y a cerveza. Yo cantaba y brincaba, según los del alrededor me lo permitían. En una ocasión, dos chavas fueron a dar accidentalmente frente a Alex; las chavas conversaban emocionadísimas y Alex volteaba a ver a cada una cuando tomaba la palabra, lo hacía con esa mirada inquisitaba, sin expresión, pero poniendo mucha anteción a lo que decían... me causó 'curiosidad'. Pues para que se dieran una idea de cómo estuvo la mojada que me dí, tenía las manos arrugadas, como si se me hubiera pasado el tiempo en la regadera.
Terminó el concierto, llegué a la casa y me puse las pijamas. Pero no soporté las ganas de terminar de ver "Man on the Moon". No me lo van a creer, pero la película me conmovió; la historia de Andy Kaufman me sorprendió de sobremanera. Por otro lado, la actuacón de Jim Carrey es magnífica; definitivamente, merecía la nominación y quizá hasta el Oscar. Pero sobre Kaufman, hablaré después.
"Buenas noches", dijo Alex. "Buenas noches Alex", le dije. Y 'hubo tarde y hubo mañana de un miércoles cualquiera de octubre'.
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