miércoles, 25 de octubre de 2006

La Visita del Maestro II

Me senté entre un montón de gente y como no llegaba el clima (o lo apagaron), no'ombre, ¡qué calor! Bueno, después de unos 10 minutos de espera, que se asoma un monito y nos dice: "Se van a quitar las divisiones entre las salas; ahora, como se quedaron personas de la conferencia anterior, hay pocos lugares, por eso, sólo vamos a pedir a las personas de la primera fila que pase a la siguiente sala". Obvio, todos los que estábamos esperando no nos sentimos cómodos; la neta es que fue ventajoso lo que hicieron las personas que estuvieron con Cacho, o sea, ¡ni que fuera cine permanencia voluntaria!

Ahí estoy, tratando de superar la gente, el calor y la gente - un tanto desconsiderada - caminando como zombis hambrientos, tratando de llegar a los lugares que dejaron libres.

El maestro Dehesa comenzó su charla y todo fue bueno; de hecho, la gente se tranquilizó y puso mucha atención. Lo malo es que donde yo estaba sentado, no veía un carajo. De hecho, todo ese tiempo sólo escuché al maestro, mientras me concentraba en mi respiración, porque sentía que me desmayaba... realmente me estaba volviendo claustrofóbico.

El sr Dehesa termina su charla (que en su manera de hablar y platicar me recordó mucho a Polo Polo, lo cual no me sorprende, pues ellos son amigos) y comienza la firma de libros. Estamos muy paraditos en la fila, cuando eso una señora viene de la nada y se pone a un lado mío. A pesar de que unos chicos le observaron que se estaba colando, ella se limitó a contestar: "Es que yo ya estaba formada", o sea, 'hace un momento estaba en la fila y me salí, pero como ya estuve formada antes, tengo el derecho de regresar a la fila, donde a mí me dé la gana'. En fin, como la verdad no quería echar a perder la ocasión, me hice el wey comencé a leer el libro, lo cual fue el pretexto ideal para molestar a la señora. Mientras, ensayaba mentalmente cómo le hablaría al maestro; "¿Qué tal maestro? Mucho gusto, finalmente nos conocemos en persona; yo soy ese que escribe sobre usted en su blog y que adora Veracruz tanto como usted, ¿podremos compartir la cena o un café en alguna visita posterior, ya sea que yo vaya a México o usted regresa acá?" (descartado).... "Maestro, mucho gusto. Lee he escrito algunas veces y no sabe lo que significa conocerlo en persona" (descartado)...

Sé que no viene mucho al caso, pero ¿ven la señora que se coló? Un hombre se acercó a charlar con ella; por lo que escuché, el hombre había enviudado hace poco y que el esposo de la señora esta se había rehabilitado completamente del abuso del alcohol... ahora entiendo porque la señora es cómo es.

Finalmente ahí estoy, caminando para que el maestro me dedique su libro. - "Maestro, mucho gusto", mientras le doy la mano. - "¿Qué tal?, ¿a quién se le dedicará?", me dijo; Le doy mi nombre y cuando va a escribir la dedicatoria en libro, le explicó una peculiaridad fonética de mi apellido (pues sí, asegurarme que no hubiera errores de ningún tipo en la dedicatoria), Dehesa se voltea y su dicho y señas decían: -"¿Qué pasó?", a mí me dio y risa y quizá un poco de... vaya, me chiveó. - "Maestro, perdón... no era que desconfiará de su corazón xalapeño, veracruzano... pero no sabe...". Firma el libro, me lo devuelve, estrechamos la mano una vez más y hago mutis.

¿La verdad? Me sentí incompleto, pero ¿quién soy para querer acaparar la conversación con Dehesa, después de que no sé cuántas personas lo hicieron antes que yo? Quise ser prudente... aunque de verdad quería conversar con él... en fin.

Después, 'sin novedades en el frente mi general'... me fui a echar unos tragos con Bicho, en el Jac del Tec. Y Bicho y su servilleta estamos de acuerdo el algo: la pelirroja y Ale... son nuestras meseras (oouchh!!).

Y así... acabo la semana.

1 comentario:

  1. Wow, algo muy similar me sucedió cuando pude ver a Alberto Cortéz después de pensar que jamás lo vería en toda mi existencia.

    Hice fila para que me firmara un CD y cuando al fin llegué... no sue qué decir. Había imaginado ese momento mil veces, pero jamás JAMÁS pensé que sólo me quedaría parada sin algo para decirle.

    Por su puesto que me sentí vacía cuando me fui... espero que eso no me pase cuando algún día vea a Joan Manuel Serrat

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