viernes, 3 de febrero de 2006

La Ausente

Creo que no me engaño, porque si me lo pregutan no lo negaré. No negaré que extraño mucho a la Ausente. La extraño mucho; otros días más que otros.

El miércoles pasado Camarón me dijo algo que me hizo pensar en que él la había visto. Me emocioné mucho; afortunadamente estaba en el messenger y pude disimular, si hubieramos estado en persona hubiera sido más difícil.

De repente hay días que encuentro en alguien algo de ella y me vuelvo loco. Hay veces que la sola expectativa de entrar en contacto con ella, o que alguien lo
haya hecho, basta para mover muchas cosas en mí. Hay días que tengo la sensación de haber estado cerca de ella. Todo depende de qué parte de ella haya aparecido.

De hecho, creo que no hay muchas mujeres que me juegen bromas; tampoco recuerdo chavas que me sigan la corriente en con mis bromas. Últimamente no ha habido chavas con las que pueda conversar horas de cosas que no sean existencialistas; me sobrarían los dedos de una mano para decir cuántas chavas me hablan para invitarme a salir. De hecho, con esos mismos dedos puedo contar cuántas chavas me han buscado no para pedirme favores, si no para charlar conmigo.

La Ausente tuvo detalles que aun nadie a tenido conmigo. Cosas como tomarnos cheves (sin límite) sólo los dos; llevarme de comer porque estaba harto de la comida de Centrales; invitarme al museo; irme a ver al hospital, llevarme globos y un muñeco; pagar mi cuenta. De hecho, de las cosas que me encanta recordar, es de las veces que jugabamos rummy y apostabamos la cuenta. De hecho, nuestras platicas eran tan intensas que a veces terminabamos con dolor de cabeza o exhaustos; y en esas pláticas podíamos reír por horas. También discutíamos muchas cosas, cosas importantes, no sólo para los dos, cosas que pasaban aquí y en cualquier parte. Era raro que nos platicaramos chismes, por lo regular eran cosas muy existenciales, poco convensionales; pero sobretodo hablábamos de nosotros: quiénes eramos y de dónde veníamos. O no, sencillamente recapitulabamos la historia de cierto artísta o qué sentimos cuando vimos 'x' o 'y' película u obra de teatro.

Como persona, cuando ella estaba convencida de que la había regado, me pedía disculpas o perdón (aunque en realidad ella sabía que no necesitaba hacerlo). Si yo la regaba y ella se daba cuenta, me decía lo que había hecho y me regañaba; también, si andaba mal vestido o desaliñado, me regrasaba para ajustar esa falta. Me sentía importante, porque - aunque a veces no quería - la ayudaba a hacer tareas o trabajos (o lo que necesitará) y siempre resultaban bien.

La Ausente es una amiga, muy buen amiga... excelente amiga. Y la quiero, la quiero mucho. Y la extraño demasiado. A veces me parece una eternidad el tiempo que no hemos compartido, como si hubiera sido en otra época, otra vida o quizá nuestra vida hubiera coincididó sólo un largo sueño.

El miércoles que Camarón me preguntó por ella, sentí como si ella estuviera a punto de aparecer. Y fue mucha la emoción. Me di cuenta que la extraño, la extraño de verdad; no sé qué sea, si las cosas quedaron volando o de verdad ella hacía una diferencia en mi vida. Porque cuando encuetras a tu similar y se va, las cosas no pueden ser igual.

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