En el trabajo me dieron dos días libres (jueves y viernes), por la celebración del Thanksgiving. Esta celebración es Norteamérica, tanto como lo es la empresa a la que le hacemos outsourcing. Así que mis tiempos del calendario son regidos por las celebraciones estadounidenses. Eso incluye no tener libre los días de festividades mexicanas, como el 15 de septiembre o el día de la Revolución.
En fin, resulta que he tenido dos días de maravillosa hueva… oh sí, maravillosa hueva. Este viernes fue el colmo. Me quise levantar temprano porque quería desayunar y llevar el carro el servicio, porque se daño la chapa (y por lo tanto la activación de la alarma) de la puerto del conductor. Así que me levanté como a las 8:30 am, me hice de desayunar, me bañé y fui al servicio.
- “Pues déjanoslo y te marcó más tarde. Yo digo que para las 4:00 pm ya estará listo”, me decía Ásael, el encargado de servicio. Era como las 10 y pelos cuando lo estaba dejando, así que recogiera el carro a esa hora se me hacía bastante justo. Partí al Tec para dejarle una película (Finding Neverland) prometidísima a Christy. En el camino me di cuenta que dejé las llaves de la casa, pegadas con la llave del carro, así que de regreso necesitaría pasar a la agencia otra vez.
Andando por el Campus, que me topo ni más ni menos que a Capikkua, que tenía años (quizá, literalmente) de no verla; por una cuestión medio sospechosa, creo que ayer me acordaba de ella, pero no recuerdo francamente, a lo mejor hasta lo soñé. Llego hasta la oficina de Christy, con la vaga esperanza de toparme en ella con Moira… y ¿y qué creen? No, no estaba… ni modo. Dejé la película y me lancé a la agencia por las llaves.
A las 11 ya estaba en la casa. Vi un poco de televisión, cuando en eso me entro una flojera monumental. Entonces, decidí subir a dormir un rato (ahí ya serían como pasadas de las 12).
En fin, me acosté a dormir… y qué bárbaro, ¡cómo dormí! Hasta sentía los músculos como se me relajaban, como si de repente se despertaran, así como cuando se corta la circulación y otra vez comienza a llegar la sangre. ¡Ah, qué ricura! Y aunque esporádicamente despertaba (como cuando Alex llegó a comer, o como cuando – más tarde - se juntaron Alex y Camarón), el resto del tiempo me la pasé acostado durmiendo. Ya me puse de pie como a eso de las 8, para ver un episodio de Los Simpsons, prepárame un cereal y escribir los post que no había hecho.
Son las 11 de la noche y estoy apunto de terminar este blog e inmediatamente me iré a dormir. ¡Necesito aprovechar!, necesito recuperar energías y sueño. Además, debo aprovechar que de los n mensajitos que mandé durante el día, no recibí respuesta… si no, ahorita andaría de vago. Digo, a eso hay que agregar que el carro está en el taller y no me puedo movilizar, a menos que – claro – alguien viniera por mí… un pretexto más para quedarme encerrado.
Lo único que faltó fue que alguien respondiera a mi anuncio clasificado… pero ya qué, uno debe resolver las cosas por su cuenta… ya habrá otros puentes.
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