La música, sin duda, es medio ideal para volar, también para viajar en el tiempo o transportarse instantáneamente a otros lugares.
Durante la mañana la música que iba saliendo me llevo por muchos estados de ánimo.
Pienso que no hay una experiencia mejor. Desde Dave Matthews hasta Café Tacvba, cada una de las canciones e interpretes me trajeron algo.
Lo que resulta una hueva - una grandiosa - es recapitular todas esas imágenes y sentimientos. Sobretodo por las personas que vienen en mis recuerdos; ya sería mucha hueva.
Pero lo que cabe recalcar es el recuerdo de la noche anterior, del juevesitos con mis amigos. Qué precioso. De verdad, se logró el objetivo: olvidarme del mundo y disfrutar de mis amigos. Las cervezas estuvieron geniales (gracias Cuervo), las anécdotas geniales (desde el tipo que cachó a su esposa en la movida, hasta lo bonachón que resultó ser Bill Clinton). Aunque falta Niño en todo este borlote.
Y eso hay remarcarlo, o sea, que al principio de la cita no llegaba nadie. De repente se apareció Cuervo y parecería que nadie más venía. En eso llegaron Taden y Bola, atrás de ellos Tulio y casi inmediatamente la Piernuda y al final la Platicadora. Ah, qué relajante, estoy seguro que ni uno de ellos supo el bien que me hicieron. Así, el tiempo se fue como agua y lo disfrute sin medida.
La música me llevó y me trajo. Me enamoré vibré, volé, visité, reflexioné... todo lo que termine en 'é'... sólo me falta que me apapachen. El día de trabajo terminó, al iPod se le acabó la batería y yo me voy a disfrutar de este merecido fin de semana.
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