Ayer vi – otra vez – Ocean’s Eleven; aunque no es una de las grandes realizaciones cinematográficas de la historia humana, se me hace una película bastante entretenida. Tampoco es la primera en su género, pero cuando salió, a la par vinieron otras películas de embaucadores y ladrones haciendo grandes robos y estafas.
De hecho, después de ver Ocean’s Eleven y The Italian Job pensé que ser un ladrón internacional no debería ser tan malo. La verdad es que las emociones y retos están de a peso. Y si me tocara ser el tipo de las computadoras, pues en realidad me toca estar lejos de los disparos y el asunto peligroso. Sí, cómo no… ha de ser una vida emocionante.
Pero más emocionante son los botines. Tan sólo en la película de Ocean’s Elven, el robo a los casinos es fue de aproximadamente $160’000,000.00 USD, que divididos entre los asaltantes es de poco más $13’000,000.00 USD (que es cerca de $145’000,000.00 MX). Ayer empecé a hacerme ilusiones sobre qué podría hacer con esa cantidad de dinero… o sea, no dudo que no estuve lejos de tener un orgasmo, al menos mental.
De entrada le compraría a Papá un rancho como de 10 hectáreas, con todo y ganado (con él, dinero para echarlo a andar y mantenerlo por un año). A mis papas les compraría la casa que tanto quieren en Costa de Oro (Veracruz, Veracruz), un carro a cada quien y dinero como para 2 años (para pagar mantenimiento de la casa, tenencias y otras cosillas). A mi hermano, a parte de comprarle el carro que quisiera (con valor no máximo a un mini), le dejaría un fideicomiso para su universidad y postgrado (de llegar a quererlo), para que no tuviera que preocuparse por nada más, si no hasta graduarse. A Abuela le pondría una pensión, para asegurar el tiempo que le queda con nosotros. Daría unas inversiones moderadas a algunos de mis amigos, para echar a andar esos negocios que por tanto tiempo han tenido en mente.
Por mi parte, pagaría mis deudas, me pagaría la maestría en Berkeley (quizá el doctorado también, ¿por qué no?) y compraría un mini; claro, viajaría todo lo que nunca he viajado. Ah, echaría a andar al menos uno de mis proyectitos.
¿Qué tal la pachequeada, eh? Ya hasta me veía tomando el sol junto a la alberca, mirando a la playa, desde mi casa californiana. Pero bueno… gracias a Dios, soñar no cuesta nada.
Así es, Ocean’s Eleven es una historia un tanto entretenida para mí. Además, no puedes evitar sentirte atraído a los personajes (como por ejemplo Rusty, Reuben y Saul), porque cada uno tiene sus puntadas como individuo (pareciera como que hubo una precuela de la película). Además, es una película que no ofrece sexo en ningún nivel, excepto el encanto de Julia Roberts; o sea, se podría decir que es una película bastante entretenida y atrayente, para no tener sexo, ni violencia (bueno, un poco de violencia verbal nada más).
Parecería que al final el dinero compra la felicidad. En la película de algún modo lo hace, porque en el fondo, todo fue planeado para que Tess regresara con Daniel. Y no es que el dinero fuera a hacer mi vida mejor o sólo a través de él logrará la felicidad; pero al menos me compraría un poco de tranquilidad. Sin embargo, hoy soy un soñador enamorado muy feliz, con trabajo, con salud, con amigos, familia, retos, problemas y una vida por delante (quizá sólo falta con quién compartirla). “Eso debe ser la felicidad”.
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