Es el título del primer disco de Apocalyptica. De hecho, creo que este y el segundo fueron los únicos que realmente me gustaron.
Lo que tiene de especial este disco es que me llevo a conocer un tipo de música que le llamaría 'oscura'.
Hay veces que prefiero escuchar canciones de Metallica en las versiones que hicieron Apocalyptica, que las versiones originales. Mis dos canciones preferidas de ese disco son One y Welcome Home; empiezan como piezas tranquilas, llenas de algo de misticismo, como si fueran inocentes, pero no lo son. Así se escuchan al principio: suaves, hasta juguetonas. Pero conforme pasa la música, se ponen un poco más fuertes, más veloces, estridentes.
Entonces dejo a un lado la batería o guitarra de aire, y comienzo a tocar chelo de aire. Ahí ya me siento como poseso por la música, me siento como uno de esos weyes, sentado en su banquito raspando las cuerdas del chelo.
Y es genial, porque no escuchas voces, sólo la música que gritan los chelos. En el estado medio volátil que traigo, siento como la energía recorre mi cuerpo; se siente como si de verás tuviera el chelo ahí y casi al final me dan ganas de levantarme y azotarlo contra el piso, de lo loco que me pongo.
Pero termina la canción y me siento relajado, como que emocionado... como Melox para el ardor estomacal, como Alka-Seltzer para la indigestión, como Aspirina para el dolor de cabeza, como cerveza al final del día agitado, como el beso que tanto esperabas, como el aplauso después de la función, como el aumento de sueldo... como el 'compile without errors'... como... como... aah, bueno así me siento después de estar poseído por la música.
Ah, no sé, tiene esos altibajos que no la hacen fácil ni difícil. Es como esa música clásica obscura; así me hace sentir la música de este disco.*
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* Cabe destacar que este disco me lo presentó Randú y Alejandro. De hecho, Randú uso Master of Puppets para preparar su audición para las escuelas de teatro del D.F.
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